“Cuando el alumno está preparado, aparece el maestro.”
Antiguo proverbio Zen
Para poder definir qué es un viaje iniciático, quizás es apropiado primero considerar que un viaje, cualquier viaje, nos lleva a vivir una experiencia nueva, implica novedad, cambiamos nuestro medio habitual: nuestra casa, nuestro trabajo, las personas con las que compartimos todos los días de nuestra vida. Además, nuestra energía también cambia, así como nuestro estado interior y nuestra predisposición.
Esto hace que nuestros sentidos se abran, que seamos capaces de percibir y captar aspectos sutiles de la realidad que normalmente pasamos por alto.
Salimos de nuestra zona de confort y de nuestros patrones y esquemas más estructurados, notables y visibles; en definitiva, salimos de nuestra rutina y nuestra consciencia se abre a percibir una nueva realidad. En ocasiones un viaje -cualquier viaje- puede marcar un antes y un después en nuestra vida.
Y en pocas palabras -más adelante profundizaré- en eso básicamente consiste un viaje iniciático: un cambio, no solo externo, sino también interior, un viaje de introspección e interiorización.
Cuando realizamos un viaje iniciático nuestro inconsciente no recibe los estímulos habituales, despertando un estado extraordinario de atención y alerta. Abriendo una puerta, y una oportunidad, a una aventura fantástica, esa de descubrir aquello que habita en nosotros, en cada uno.
Este espacio y proceso de apertura y de adaptación es aprovechado en los viajes iniciáticos para ser capaces de desvelar aquello que debemos “resolver”, produciéndose un intercambio energético de una manera especial, no solo con el lugar sino también con quienes nos acompañan (en el caso de que alguien nos acompañe).
Normalmente, estos viajes iniciáticos nos llevan a lugares de alto contenido energético y vibratorio, lo que facilita que se produzca una apertura de consciencia.
En ocasiones nos sentimos atraídos hacia ciertos lugares o culturas, y la mayoría de veces éstos guardan algún mensaje para nosotros. Sin embargo, no hay que desesperar porque cuando estemos preparados para recibir ese mensaje aparecerá la oportunidad de hacer ese viaje y descubrirlo.
Viaje Iniciático: ¿Qué significa?
Etimológicamente, la palabra “iniciático” (in-ire) significa “entrar o ir hacia dentro”. Y según Fundeu.es significa ‘perteneciente o relativo a una experiencia decisiva’, ‘que inicia o que da a conocer lo que es desconocido o secreto’ o ‘que sirve para iniciar a alguien en algo’.
Yo lo entiendo como un nuevo inicio, iniciar una nueva etapa, poner nuestra atención y nuestra intención en nuestro próximo paso evolutivo; en ese cambio que nos sentimos “llamados” a realizar.
Así como hay una aventura exterior -el conocer un nuevo lugar y una nueva cultura- también hay, especialmente, una aventura interior. Esa que nos lleva a cambiar las gafas con las que vemos nuestra vida y nuestra realidad.
De repente podemos ver y comprender TODO con una claridad inusual para nosotros, que nos permite transformar y despertar nuestro “viajero” interior.
Situándonos en ese espacio de consciencia, al viajar a lugares de poder o nodos del planeta en los que hay una energía particular, favorecemos nuestra propia transformación y cambio. Nos ponemos en la frecuencia “correcta” para que dicho proceso se lleve a cabo de manera natural. Pudiendo sanar aquello que nos pudiera estar impidiendo esa transformación o proceso que debemos realizar.
¿Qué es exactamente un “Viaje Iniciático”?
Un viaje iniciático, tal cual te he contado antes, y como su propio nombre lo indica, es un viaje que lleva a una persona a la iniciación. Lleva al protagonista a tomar consciencia de sí mismo, de una realidad externa y, muchas veces, de su misión en la vida.
Los antecedentes de los viajes iniciáticos provienen de las culturas y civilizaciones más ancestrales, y persisten hasta nuestros días.
En Astrología, estos viajes tienen diferentes pasajes o etapas, como la separación, la transición y la incorporación.
Estos viajes iniciáticos nos permiten soltar las -muchas veces- pesadas cargas de nuestro pasado, recordar nuestros orígenes, activar memorias y abrir puertas de saber y conocimientos hasta entonces “ocultos” para nosotros. Esto no solo afecta la manera de ver los acontecimientos exteriores, sino -fundamentalmente- cambia al protagonista, nos cambia a nosotros mismos.
La Odisea de Homero es considerado el primer viaje iniciático registrado de la historia. Y El Quijote de Cervantes es otra obra que representa el proceso iniciático de su protagonista.
Hoy en día los viajes iniciáticos nos llevan a lugares especiales, de gran fuerza energética, telúrica… de magia. Donde a través de un trabajo de introspección podemos descubrir más de nosotros mismos, de aquello que no nos es consciente y también aprender a cambiar lo que ya nos es consciente, pero no somos aún capaces de modificar.
Las visualizaciones y las meditaciones son dos herramientas poderosas que se suelen usar para la relajación y la desconexión del mundanal ruido. Además, se suelen realizar reflexiones y ejercicios para lograr una consciencia plena de cómo somos y qué hacemos realmente.
Entonces… ¿Por qué un viaje iniciático?
Si estás aquí, me animo a decir, que es porque te sentís llamado o llamada a salir de tu zona de confort y adentrarte en lugares todavía desconocidos para vos. Deseas trastocar las bases y fundamentos de tus creencias más íntimas y de tu vida como la conocés hasta hoy.
En otras palabras, te sentís llamado o llamada a ser un poco “un explorador o exploradora”. Y la verdad que no es necesario que te vayas a miles de kilómetros.
Podés comenzar en una pequeña cabaña en un lugar natural. Y dar el primer paso para acceder a tu yo interior primigenio, que quizás está muy oculto entre tus compromisos de trabajo y el trajín de la vida moderna.
Sin embargo, no voy a negarte que existen sitios míticos o transcendentales como las ruinas de Machu Picchu, el Monte Shasta, y las pirámides de Egipto, entre muchos otros, que son de un alto poder energético y que gracias a que nuestras células guardan una memoria ancestral de nuestro planeta, cuando se va a esos lugares se establece una profunda conexión a nivel celular, nutriéndonos de ello.
Es nuestro momento…
Considero que estamos en un momento mágico; donde miles y miles de seres humanos estamos comenzando a tomar conciencia -de manera profunda- de nuestra capacidad creativa y de nuestros dones, y de nuestra conexión con el planeta entero y, en general, con la creación toda.
Creo que estamos llamados a sanar el planeta, a ser fuentes de energía y conciencia para facilitar la unión entre los pueblos, las razas y las culturas; a enseñar a todos a amar este planeta, y llegar de este modo a sentir y vivir la unidad del Ser con todo ello.
Y quizás para muchos todo este proceso comience con animarse a realizar un viaje iniciático y despertar su verdadero propósito del Alma.
Cuando sentimos que estamos desarrollando y viviendo nuestro propósito, la vida se transforma, la lucha desaparece, y la inspiración y la pasión aparecen. ¡La magia sucede!
Lic. Alberto F. Calo
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