El Trabajo como Vía de Evolución Personal

Trabajo: Chaplin en Mundos Modernos

“Aprendemos a vivir con lo que se odia, a desechar lo que se ama, a desear y anhelar sin conseguir”.

Buda (483-368 a. C)

La etimología de la palabra “trabajo” procede del latín tripalium. Que significa literalmente tres (tri) palos (palium). El cual era un instrumento de tortura con el que se sujetaba a los esclavos, condenados y gladiadores.

De él derivó el verbo tripaliare, que indicaba someter a alguien al tripalium para torturarlo y atormentarlo. Luego devino en el francés travailler, en el italiano travagliare y, finalmente, en la palabra española trabajar.

Como podés ver el lenguaje nos señala como se asocia psicológicamente el trabajar con el sufrimiento y la falta de valoración y autoestima.

Por otro lado, la religión también ha hecho su parte, en la Biblia Dios sentencia a Adán a que se gane el pan “con el sudor de su frente”, echándolo del paraíso y condenándolo al padecer físico, espiritual y afectivo.

De esta manera, muchos lamentablemente consideran al trabajo -ya sea de manera consciente o inconsciente- como una tortura, una desgracia que se debe cargar, y no lo ven como lo que es: una herramienta de evolución y liberación personal.

Es por ello que no resulta extraño que lo encaren y lleven a cabo con poco entusiasmo. Ya que el entusiasmo es resultado de valorarnos y respetarnos. De apreciarnos y estimarnos. Cuando somos capaces de hacerlo vemos que de manera natural nace la motivación. Que nos empodera y nos da razones y poder para tener una vida plena.

Incuestionablemente, si amamos lo que hacemos, dejamos de sufrir.

El trabajo y tu propósito de vida

El trabajo, muy lejos de lo que es, debería ser una forma de alcanzar la libertad, de amarnos y llenarnos de prosperidad y entusiasmo.

El trabajo nos permite conocernos a nosotros mismos, desarrollar nuestros dones y talentos. Esos que nos hacen únicos y nos ayudan a ser conscientes de lo que somos realmente y de nuestro verdadero propósito de vida.

Pintor callejero pintando a Jesús

Pensá lo siguiente: ¿crees que sufre el poeta al escribir sus versos, el artesano al transformar la realidad, el cocinero al elaborar sus platos, el terapeuta al brindar sanación o el arquitecto al erigir lo que dibujó en el papel? Seguramente tu respuesta es: no.

Y es que el problema radica en que desde jóvenes nos enseñan a solo darle importancia a lo que representa económica y socialmente un oficio o profesión. Y no tenemos en cuenta cuáles son nuestros dones, nuestras potencialidades. De manera que no nos detenemos a considerar si esos oficios o profesiones avivan y alimentan nuestro más profundo sentido de autovaloración.

Ese es el sendero o camino que nos marcaron nuestros padres, nuestros maestros en la escuela, y nuestro escaso conocimiento de nosotros mismos. Y no tiene en cuenta si esa ruta nos reportará felicidad verdadera.

Todos estos condicionamientos sociales, culturales y psicológicos nos van matando lentamente, llevándonos a una vida sin razón, olvidándonos que la vida es intrínsecamente abundancia y prosperidad.

Encontrar nuestros propios dones y talentos

La consecuencia de todo lo mencionado es la pérdida de conexión con nosotros mismos, con lo Verdadero y Transcendente. Vivimos escapando del presente. Atormentados por el pasado y preocupados por el futuro.

Atrapados en una rutina que nos lleva a la desesperación y la ira, a la ansiedad y la depresión. Perdemos el horizonte que debería señalarnos un camino de abundancia y prosperidad en todas las áreas de nuestra vida: nuestros verdaderos talentos y dones.

Nos esforzamos por encajar y cumplir con los roles que la sociedad, y nuestros padres y maestros, nos han impuesto, dejando de desarrollar los dones y talentos que nos son inherentes, que son lo que somos.

Desempeñamos trabajos durante toda una vida que no tienen relación alguna con nuestro verdadero propósito, desperdiciando nuestras capacidades y aptitudes innatas.

En nuestra sociedad actual nos resulta difícil expresar nuestras aptitudes y habilidades y, en definitiva, expresar nuestro verdadero Ser. Lo que muchos llaman vocación. Y al no utilizarlas comienzan a desaparecer.

El trabajo, la sociedad actual y la autovaloración

Pero afortunadamente existe un camino distinto. Mediante la autovaloración y la vivencia de experiencias emocionales, mentales, sexuales, espirituales y afectivas, podemos comenzar a creer que somos capaces de asumir nuestras verdaderas responsabilidades, de hacer las tareas que realmente nos son inherentes, de acuerdo a nuestro propósito.

De esa manera podemos empezar a descubrir nuestro poder de decisión y de autodeterminación y darle valor a nuestros talentos y dones, y comenzar a desarrollarlos para ser más plenos y felices.

Trabajo: Hombre alcanzando un logroPero es un trabajo que solo compete a cada quien. Nadie puede hacerlo por nosotros. La clave consiste en asumir nuestra propia responsabilidad y “trabajar” para alcanzar nuestro verdadero potencial. Transformando así el trabajo; dejando atrás la tortura, y empleándolo como una herramienta para el desarrollo y la evolución personal.

Experiencia tras experiencia, vida tras vida. Cada vivencia nos ayuda a valorarnos más. Es un trabajo constante y permanente, pero que debemos, y “vale la pena”, emprender para alcanzar la Maestría del Ser, conquistar nuestra autovaloración.

Todo está allí, esperando que lo reclamés, en tu inventario de posibilidades. Solo es necesario que asumás y aceptés que tu vida es tu responsabilidad. Que comencés a mirar no solo tu entorno y tu cuerpo, sino sobre todo, tu alma.

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