“Espiritualidad es cierto estado de conciencia. Es un estado de gracia que uno obtiene dentro de su propio corazón, y que debemos encontrar por nosotros mismos”.
Sri Ram (filósofo y teósofo indio)
“¿Qué es la espiritualidad?”… Esta es una pregunta que he escuchado mucho a lo largo de los años… y realmente me animo a decir que existen distintas maneras de responderla. Algunos relacionan la espiritualidad con religión, mientras otros no.
Pero en lo que la mayoría estamos de acuerdo es que la espiritualidad es algo que va más allá de lo material o de lo terrenal… no está necesariamente vinculada con una doctrina o religión en particular, sino más bien se trata de un trabajo interior, de cuidar y mimar nuestro interior, de ir un paso más allá de lo que nuestra mente finita nos permite comprender.
El ser humano es por esencia espiritual, por ello la espiritualidad proviene desde adentro, es una fuerza interna que nos impulsa y nos dinamiza, permitiéndonos “comprender” cuestiones a las que a veces no podemos encontrar respuesta con la razón.
Es la aceptación total de la vida, de la propia existencia, y de la existencia de un todo que va más allá de este plano terrenal. Es un camino de búsqueda y de crecimiento personal y continuo.
Está íntimamente relacionada con entender que la transcendencia, nuestra auto-superación, no está en solo desear un mundo diferente o mejor, en pedir que las cosas sean de otra manera para poder ser felices, sino en aceptar las cosas como son, con consciencia plena, y evolucionar en el proceso, para ser cada día un poco mejores.
Entonces… ¿Qué es la Espiritualidad?
La palabra espiritualidad, proviene del griego y sin entrar en demasiados detalles podríamos decir que etimológicamente es todo lo relativo a la cualidad de lo espiritual o del espíritu.
Sin embargo, definir qué es la espiritualidad en unas pocas líneas es algo difícil de lograr. Por eso decidí escribir este artículo para ayudarte a comprender este concepto tan de moda hoy en día, pero que muchas veces no es del todo comprendido.
Algunos pensadores la definen como la capacidad que tiene una persona de comprender lo que “es”, y el papel que desempeña en este mundo. Pero personalmente creo que hay mucho más que eso.
Como dije antes, es una cualidad o dimensión genuinamente humana. Es algo que nos separa o diferencia del resto de los seres vivos de este planeta, con los cuales compartimos la vida biológica, pero que no tienen necesidades espirituales.
Para darte una definición con fines prácticos podría decirte que la espiritualidad es el conocimiento, la aceptación y el cultivo de la esencia inmaterial que vive en nosotros.
De esta manera podemos verla como una “herramienta” que nos ayuda a tener un comportamiento coherente con nuestros valores morales y éticos, los cuales nos permiten desarrollarnos como seres individuales, pero comprendiendo que somos parte de un todo.
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El propósito como parte de la espiritualidad
La espiritualidad puede, o debería, ser vista como un camino, un medio con el cual podemos darle sentido a nuestra vida, podemos combatir la insatisfacción humana, encontrando alternativas que llenen ese vacío interior que a veces sentimos, y con todo ello lograr ser más felices y conscientes.
Tanto la espiritualidad como la contemplación interior nos ayudan a contextualizar nuestro trascurrir en la vida desde una perspectiva más amplia y rica, dotando de mayor sentido y valor a nuestro propio camino vital. Facilitándonos tomar distancia y poder así comprender y contemplar el mundo y la esencia de todas las cosas.
Es una excelente manera de lograr transcender nuestra individualidad para ser capaces de observar nuestro entorno y la vida en general; de manera que podamos encontrar el significado de la vida y de nuestra condición como seres humanos, y con ello hallar un sentido a nuestra existencia; permitiéndonos sentirnos más libres y completos.
En definitiva, ser espiritual o desarrollar nuestra espiritualidad se trata de aceptar las cosas como son, sin tantos cuestionamientos ni condicionantes.
Espiritualidad y religión: ¿Son lo mismo?
Mucho se ha dicho sobre esta cuestión. Pero es sabido que hay personas profundamente espirituales que no procesan religión alguna; también hay personas muy religiosas que pueden considerarse poco espirituales, y hay casos de personas muy religiosas y muy espirituales. Por ello me animo a afirmar que no siempre estás dos cosas están relacionadas, pero tampoco son excluyentes.
Por otro lado, muchos expertos y estudiosos del tema insisten en diferenciar estos dos términos. Afirman que mientras la espiritualidad está relacionada con la transcendencia de la persona, con un trabajo interior y personal, la religión toma el papel de un marco que permite a muchos expresar su espiritualidad.
Mi propia experiencia me ha permitido ver que no es necesario ser creyente de una religión específica para poder cultivar una vida espiritual, pero tampoco serlo nos impide lograrlo.
4 leyes espirituales de la India
Espero que ahora tengás un poco más claro qué es la espiritualidad. Para finalizar me gustaría compartir con vos las cuatro leyes espirituales de la India.
Son cuatro conceptos muy sencillos y prácticos, que pueden servirte de guía para identificar si estás yendo por el camino “correcto”.
Primera Ley: “La persona que llega a tu vida es la persona correcta”
El gran escritor Jorge Luis Borges dijo: “Cada persona que pasa por nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevan mucho, pero no habrá quien no deje nada. Esta es la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad”.
Esta primera ley ya nos deja ver que no existen casualidades en la vida. Nadie llega a nuestra vida sin un sentido y una lección para enseñarnos, incluso aquellos que nos molestan o nos hacen daño.
Cada persona que llega a tu vida, llega por algo y para algo. En cada intercambio que experimentamos, aprendemos o enseñamos algo, cada situación es una oportunidad para avanzar. A veces nos toca ser maestros y otras veces alumnos.
Las personas, todas, son linternas en nuestra oscuridad. Puede que encontremos más afinidad con unas y menos con otras, que algunas sean más representativas y otras parezca que solo nos ponen piedras en el camino, pero todas están allí por y para algo.
Internalizar esta creencia puede resultar difícil al principio, pero si nos centramos en asumir que cada persona que llega a nuestra vida es la persona correcta, con el tiempo empezaremos a ver oportunidades donde antes solo veíamos problemas. Por supuesto que a cada uno le toca elegir a quien conservar cerca y a quien no.
Segunda Ley: “Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido”
Esta quizás sea la ley o creencia más difícil de asimilar e interiorizar de estas cuatro leyes. Nuestras vidas, los seres humanos, “somos una causalidad llena de intención”.
No hay nada, absolutamente nada que ocurra que pudiera haber sido de otra manera. Ni el más insignificante detalle.
A veces especulamos y fantaseamos con “si hubiera hecho otra cosa, hubiera conseguido otro resultado”. Pero realmente todo lo que sucede es por algo y para algo, nada es casualidad. Y lo que sucedió no pudo haber sido de otra manera.
Lo importante cuando vivimos una experiencia que nos daña o nos aflige es aprender esa lección y tratar de no volverla a repetir. Pero de nada sirve pensar en que pudiéramos haber hecho otra cosa.
No debemos arrepentirnos de nuestras acciones, debemos aprender y mejorar; e intentar, en la medida en que podamos, no cometer los mismos errores una y otra vez.
Lo que nos sucede es lo adecuado para ese momento de nuestra vida, y extraer un significado y enseñanza útil es nuestra tarea.
Cada paso que damos en nuestra vida, cada experiencia, es única, irrepetible e imprescindible.
Tercera Ley: “En cualquier momento que comiences es el momento correcto”
No hay un momento mejor ni peor para comenzar algo, que el momento en que se empieza. No existe un antes ni un después “mejor”. Simplemente, cada cosa comienza cuando debe comenzar, cuando estamos preparados para vivirla.
Seamos conscientes o no, todo lo que ocurre en nuestra vida es atraído por nosotros mismos y para nuestro bien, aunque a veces pudiera parecer lo contrario.
Tal vez la clave es no esperar el momento perfecto para comenzar algo, sino tomar cada momento y hacerlo perfecto. Asumirlo como el momento indicado, el mejor momento.
Cuarta Ley: “Cuando algo termina, termina”
A veces terminamos una relación, o una vivencia, y desearíamos que no fuera así. Quisiéramos continuar con esa relación o esa experiencia. Pero es muy liberador y gratificante comprender que cuando algo termina es porque debe terminar, que es porque ya aprendimos lo que debíamos aprender y es momento de seguir adelante, enriquecidos con esa experiencia.
Muchas veces caemos en la tristeza y hasta la depresión como consecuencia de terminar algo que nos agradaba o nos hacía bien, pero es necesario aprender a avanzar y evolucionar más allá de las situaciones o circunstancias transitorias de la vida.
No es fácil, pero es la mejor manera de no sufrir sin sentido y enriquecernos espiritualmente.
Esas son las cuatro leyes espirituales de la India, espero te ayuden a encontrar una guía hacia tu desarrollo y despertar espiritual. En conclusión, estás cuatro leyes nos permiten ver que todo lo que acontece en nuestras vidas tiene un por qué.
Recordá siempre que “ningún copo de nieve cayó alguna vez en el lugar equivocado”.
Si ahora tenés un poco más claro la respuesta a la pregunta “¿qué es la espiritualidad?”, entonces he cumplido mi objetivo con este artículo. Si no, déjame un comentario y lo hablamos 😉
Lic. Alberto F. Calo
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