En el acelerado mundo actual, a menudo nos olvidamos de mostrar bondad hacia los demás, nos olvidamos de practicar la compasión.
El concepto de compasión, implica ser conscientes y empáticos con quienes nos rodean.
Te invito hoy a que exploraremos y reflexionemos sobre la compasión, cuáles son los beneficios de practicarla y repasemos cinco hábitos que te ayudarán a lograrlo en el día a día, si es lo que deseas.
Acompáñame y aprendamos juntos a cultivar y practicar la compasión para hacer de este mundo (y de nuestro “propio mundo interior”) un lugar mejor.
Primero… ¿Qué es la compasión?
Desarrollar la empatía es un aspecto clave para que seamos capaces de cultivar y practicar la compasión en nuestra vida.
La compasión implica sentir una profunda empatía hacia los demás, especialmente hacia su sufrimiento, y actuar para aliviarlo.
Y no se trata de sentir lástima; sentir lástima no es beneficioso para nadie; ser compasivo es sentir un fuerte deseo de ayudar y un afán genuino y desinteresado por pasar a la acción.
Por otro lado, la falta de compasión es un campo fértil para emociones negativas como la ira, el resentimiento y la falta de confianza. Por ello ser compasivos es bueno tanto para los demás como para nosotros mismos, favoreciendo nuestra propia salud mental y nuestro bienestar.
Y, como dije antes, en este sentido la empatía, la capacidad de reconocer y compartir las emociones que experimentan los demás, de “ponernos en su lugar”, es fundamental para poder practicar la compasión.
Pero no se trata solo de simpatizar con alguien, sino de estar realmente dispuestos a ayudar a quienes lo necesitan; y de ser conscientes que con ello creamos un mundo mejor para todos y todas.
Además, cultivar y practicar la compasión nos ayuda reforzar nuestra confianza y la conexión en nuestras relaciones, sanándolas y haciéndolas más fuertes y satisfactorias.
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¿Cómo practicar la compasión? 5 claves y hábitos para lograrlo
La compasión es algo que se puede cultivar. Podemos aprender a ser compasivos.
Permíteme compartirte los cinco hábitos que creo pueden ser claves para fomentar sentimientos de compasión y hacer de esto una práctica diaria.
Notarás que cada uno de estos hábitos está relacionado con los demás. Por lo cual practicar alguno de ellos te llevará de la mano a practicar los demás.
En primer lugar… Cultiva la empatía
Ser empáticos implica que nos esforcemos por comprender las perspectivas de los demás; ver las situaciones desde el punto de vista del otro; captar y compartir sus sentimientos.
Por tanto, es importante aprender a ponerse en el lugar del otro para comprender su situación y sus emociones.
Y, en este sentido, algo que resulta clave para lograrlo es la escucha activa. Si realmente prestamos atención a lo que nos dicen, podremos comprender mejor lo que los demás sienten y necesitan.
Si escuchamos activamente a los demás y nos esforzamos por comprender su punto de vista, y al mismo tiempo abrimos nuestra mente y observamos el mundo con una actitud atenta e inquisitiva, estaremos cultivando la empatía y, con ello, la compasión.
Porque cuando empezamos a desarrollar la empatía, nos volvemos más conscientes de las necesidades de los demás, y este es el primer paso para empezar a practicar la compasión.
Sé amable
Mostrar amabilidad hacia los demás puede ser una forma poderosa de expresar compasión.
Y no es algo complicado o difícil de lograr. Puede ser algo tan sencillo como sonreír a un desconocido, o más transcendental, como ofrecer tu tiempo como voluntario para una causa en la que creas.
Quizás lo más importante de esto, es que, con estos pequeños actos, no solo haces un bien a los demás, sino también te haces un bien a ti mismo.
Esfuérzate por percibir el sufrimiento ajeno
Ser conscientes del dolor y el sufrimiento de los demás es clave para cultivar y practicar la compasión.
Al reconocer y “sentir” de verdad las dificultades que experimentan las personas podemos establecer una conexión más fuerte y compasiva con ellas.
Ser menos críticos y más comprensivos con las dificultades de los demás también nos llevará a ser más tolerantes. De modo que la compasión requiere capacidad para comprender la angustia de los demás.
Y es verdad que a veces es difícil “entender” el sufrimiento ajeno, sobre todo si nunca hemos experimentado un sufrimiento similar. Pero hacer un verdadero esfuerzo para intentar discernir el dolor y las luchas de los demás nos permite construir un sentido más profundo de empatía y conexión con quienes nos rodean.
Percibir el sufrimiento de los demás requiere escuchar activamente y abrazar sus sentimientos. Esto implica estar presente en el aquí y ahora; estar totalmente inmerso en el diálogo.
Además, requiere que dejemos a un lado nuestras propias nociones preconcebidas y prejuicios, y abordemos cada situación con el corazón y la mente abiertos.
¿TRABAJAMOS JUNTOS?
Practica la compasión con aquellos que te tratan mal
Practicar la compasión en ocasiones puede exigirnos ser comprensivos y empáticos incluso con quienes puedan habernos herido.
“Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?, pues también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis?, porque también los pecadores hacen lo mismo.”
Jesús de Nazaret
Demostrar amabilidad y simpatía en estos casos, ser pacientes y tolerantes, aunque no estemos de acuerdo con las acciones o las convicciones de alguien, puede ayudar a los demás a aliviar su carga, y, al mismo tiempo, disminuir nuestros propios sentimientos negativos y nuestros pesares.
Perdona y deja los prejuicios a un lado
Otro hábito fundamental para practicar la compasión es ser capaces de aprender a perdonar y dejar a un lado los prejuicios.
Suele ser difícil olvidar las heridas del pasado, pero aferrarse al resentimiento solo provoca más sentimientos negativos en nuestro interior.
Es fácil guardar rencor y evaluar a las personas en función de su pasado, pero eso solo nos impide reconocer su verdadero potencial.
Perdonar es una de las acciones más nobles y valiosas que podemos ejercer como seres humanos.
Al perdonar soltamos el peso del resentimiento, nos hacemos bien a nosotros mismos, y también a los demás.
Perdonar también implica dejar a un lado los prejuicios y tratar a todos con la misma consideración.
Cuando perdonamos y soltamos nuestros prejuicios, nos abrimos a la comprensión y al amor. Sin embargo, hay que reconocer que contemplar el perdón y abandonar los prejuicios no siempre es sencillo.
De hecho, normalmente suele requerir esfuerzo de nuestra parte; es necesario que nos enfrentemos a nuestros propios fantasmas y superemos sentimientos que a veces llevamos dentro. Pero realmente es liberador y gratificante cuando se logra.
Conclusión: ¡Practicar la compasión todos los días!
Cultivar la empatía, mostrar amabilidad, perdonar a quienes nos han hecho daño, reconocer la angustia y el miedo de los demás y responder con amor en lugar de con ira son los pasos fundamentales a dar para convertirnos en personas más compasivas.
Es muy importante recordar siempre que sentir compasión no es lo mismo que compadecer a alguien, sino que practicar la compasión implica comprender nuestra humanidad común, nuestra imperfección natural y reaccionar con benevolencia y amor incluso cuando somos heridos.
Te invito a que hoy te comprometas a ejercitar la compasión a diario, y a crear un mundo lleno de empatía y tolerancia.
Sé que no es fácil, pero realmente es importante que nos esforcemos continuamente por practicar la compasión. Incluso cuando nos encontramos con personas que nos tratan mal o nos hacen daño.
Al hacerlo, no solo mejoramos nuestra propia realidad, nuestro “propio mundo interior”, sino que también ayudamos a crear un mundo mejor, donde todos y todas tengamos un lugar, sin importar nuestras diferencias y nuestra forma de ver el mundo.
Cuéntame si estás decidido o decidida a intentar practicar la compasión y hacerla parte de tu vida. Me encantaría leerte en los comentarios 😉
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