Para quienes practicamos chamanismo moderno, la idea de que toda creación se encuentra llena de vida es una verdad indiscutible. Todo posee una esencia espiritual que le es propia e inherente y es posible crear un lazo de comunicación con ella.
De este modo, cuando una criatura tiene su alma en “casa”, es decir, fundida con su cuerpo, no podrá más que irradiar vitalidad y energía, y experimentará una resonancia intensa con el alma o la propia fuerza espiritual de otras cosas y seres vivientes.
Sin embargo, a veces perdemos parte de nuestra propia esencia espiritual, y ello lleva a un agotamiento, y a una alienación del resto de la creación, profundo e intenso.
Esta pérdida del alma acarrea un sentimiento de desconexión con la propia esencia espiritual, y con ello una sensación de estar incompletos o desconectados de la vida. Y en muchos de los casos se produce un terrible sufrimiento.
La visión tradicional chamánica se refiere a la pérdida del alma como el robo llevado a cabo por magos u otros espíritus. Pero en el mundo moderno esta desconexión muchas veces surge de traumas vividos, como los accidentes, la pérdida de un ser querido, el abuso sexual, la violación, las experiencias de guerra; todas agresiones que pueden llevar a que nuestra alma se catapulte fuera del cuerpo, tienda a huir y no regrese.
Muchas veces esta sensación de “no estar completamente vivos” es enmascarada con adicciones o vicios como el exceso de trabajo, el sexo compulsivo, las drogas, el alcohol, etc.
En este estado el individuo se encuentra con dificultades para lograr reconocer lo que es, de modo que tanto lo que siente como lo que quiere y piensa se ve afectado. Se puede estar literalmente “extraviad@” y con una gran tristeza y apatía.
El chamanismo y la pérdida del alma
No es lo mismo hablar de “almas perdidas” que de “pérdida del alma”. Si bien son conceptos similares, no son lo mismo. En chamanismo solemos referirnos a la “enfermedad del susto”, o solo “susto”.
Mientras que la psiquiatría lo caracteriza como un “síndrome cultural”.
En cualquier caso, la sensación es la de no ser uno mismo o sentir que algunas partes de nosotros se han perdido u ocultado. Lo cual provoca una fuerte y angustiosa sensación de ansiedad y vacío, que muchas veces viene acompañada con síntomas depresivos y una gran fatiga.
¿Cuáles son las señales o síntomas característicos de la pérdida de alma?
Seguramente te estás preguntando: ¿cómo puedo detectar si estoy padeciendo la pérdida del alma?
Algunos de los síntomas característicos pueden ser:
- Un sentimiento de insatisfacción generalizado.
- Desórdenes alimenticios.
- Abandonar los estudios, el trabajo o proyectos que antes te apasionaban.
- Dificultad para tomar decisiones.
- Sentirte desanimad@ y que nada te entusiasma.
- Cansancio constante.
- Sentimientos depresivos, melancólicos y una gran ansiedad.
- Experimentar fobias sin motivo aparente.
- Sentir la necesidad de aislarte de los demás y dificultades para relacionarte.
- Tener adicciones que no podés controlar.
- Realizar acciones y tener un comportamiento con tendencia autodestructiva.
- Sentir una alteración en la percepción espacio-temporal.
- Sentir la necesidad de cambiar “algo” pero verte imposibilitad@ para lograrlo.
- Sentirte “decepcionad@” de la vida.
- Sentirte confundid@, “bloquead@” e incomplet@.
- Y en general tener un sentimiento de que te falta algo, pero no podés saber qué es.
Esos son algunos de los síntomas que podés experimentar como consecuencia de estar viviendo una pérdida del alma.
Cuando hay una gran pérdida del alma, muchos de los síntomas anteriores se dan al mismo tiempo y de manera intensa.
En este punto me gustaría mencionar que de algún modo la mayoría de las personas experimentamos cierto grado de pérdida del alma, y casi todos desearíamos tener una conexión más profunda con nosotros mismos, con nuestros seres queridos y en general con todas las criaturas vivientes.
Pero cuando esto empieza a afectar gravemente nuestra vida cotidiana y nuestro sentir, debemos tomar cartas en el asunto y ver qué está pasando y cómo podemos solucionarlo.
¿Cómo reconocer si estoy experimentando una pérdida del alma?
Ya te conté los síntomas característicos de la pérdida del alma, pero si aún te cuesta detectar si te está pasando o no, podés hacerte las siguientes preguntas y con ello identificar si hay manifestaciones de pérdida del alma en tu vida:
- ¿Tenés sentimientos de abandono, indiferencia o apatía con frecuencia ante cosas que “deberían” ser importantes en tu vida?
- ¿A veces sentís que estás fuera de tu cuerpo, como si pudieras observarlo desde afuera?
- ¿Estás sufriendo o has sufrido una depresión crónica?
- ¿Tenés o has tenido problemas o enfermedades de carácter inmunológico o te cuesta resistir cualquier enfermedad?
- ¿Padecés adicciones relacionadas con las drogas, el alcohol, el sexo, los alimentos o el juego?
- ¿Estás todo el tiempo buscando cosas externas que “llenen” una sensación constante de vacío interno?
- ¿Te cuesta recordar o tenés lagunas de memoria de lo que aconteció en tu vida después de los cinco años?
- Cuando has sufrido una pérdida de un ser querido, un divorcio o una quiebra económica, ¿te ha costado mucho recuperarte o incluso no has podido hacerlo?
Si respondiste afirmativamente a alguna de estas preguntas, probablemente estés experimentando una pérdida del alma.
¿Cómo recuperar el alma?
Si bien recuperar el alma, emprender el camino de regreso, es una tarea no siempre sencilla, no es imposible. Es cierto que normalmente se requiere ayuda, pero es algo que se puede lograr.
Todos podemos emprender ese viaje y volver a ser.
Básicamente, recuperar el alma consiste en recuperar esos trozos de nuestra alma, que están desperdigados y que hemos ido perdiendo a lo largo de nuestra vida, y volver a hacerlos uno solo.
En nuestras relaciones con los demás, los recuerdos que añoramos con melancolía y las situaciones dolorosas que vivimos, hemos ido dejando pequeños trozos de nuestra alma, debemos entonces emprender un camino de regreso y de reconstrucción para volver a sentirnos completos.
En este sentido, “recuperar” es sinónimo de “unir”, de juntar pieza por pieza todos los fragmentos de nuestra alma y combinarlos en una sola, una unidad, que contenga toda nuestra historia, dones y las claves para nuestra evolución y bienestar.
Cuando recuperamos nuestra alma, ésta no regresa tal como la perdimos, sino que regresa con conocimientos y dones que nos ayudarán a evolucionar y ser mejores y más felices. Aprendemos a conectar mejor con los demás, a amar incondicionalmente, a crear, a jugar y a confiar en los demás y en nosotros mismos.
Muchas veces cuando llevamos a cabo un proceso de recuperación del alma somos capaces de resolver antiguos asuntos y problemas profundos que nos aquejaban y que gracias a recuperar el alma podemos liberarnos de esas ataduras, que generalmente han sido creadas por patrones de comportamientos repetitivos y nocivos.
Y comúnmente dejamos de jugar el rol de “víctimas” para pasar a ser actores y co-creadores de nuestra propia historia.
Te invito a que te hagas las preguntas que antes mencioné y evalúes cuál es tu estado, si has perdido o no partes de tu alma y, si es así, busqués la manera de recuperarlas para poder volver a sentirte plen@ y complet@.
Lic. Alberto F. Calo
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