El dolor y el sufrimiento son parte de la vida. Sin embargo, como dijo Buda “el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”. Y aunque muchas veces confundimos estos dos conceptos como una misma cosa, y no somos conscientes de que existe una diferencia entre dolor y sufrimiento, ambos pueden ser algo positivo en nuestra vida.
Si bien los seres humanos intentamos evitar el dolor a toda costa, el dolor puede ser algo que nos ayude a crecer, si lo aceptamos y aprendemos lo que tiene para enseñarnos.
El dolor y el sufrimiento nos ponen a prueba, y nos enfrentan al cambio, muchas veces necesario, y nos ayudan a evolucionar y mejorar aspectos de nosotros mismos que no nos son beneficiosos ni útiles.
Cómo afrontemos el dolor y el sufrimiento, y qué hagamos con ellos, dependerá en gran medida de nuestras vivencias y experiencias, del modo en que aprendimos a gestionar nuestra frustración y los cambios.
No obstante, como seres evolutivos y conscientes siempre tendremos la posibilidad y la capacidad de aprender nuevas habilidades, y podemos modificar nuestras conductas relacionadas con cómo reaccionamos ante la realidad.
Conocer la diferencia entre dolor y sufrimiento es el primer paso para poder actuar de modo que nos aporten algo positivo a nuestra vida, en vez de solo sentirnos víctimas de las circunstancias y estar sometidos a repetir los errores y desaciertos una y otra vez.
Por ello hoy te invito a reflexionar sobre estos dos conceptos, y me gustaría compartir contigo algunos sencillos consejos que pueden ayudarte a gestionar el dolor y evitar el sufrimiento excesivo desde una actitud realista y proactiva.
Entonces… ¿Cuál es la diferencia entre dolor y sufrimiento?
Realmente tanto el dolor como el sufrimiento son aspectos de nuestra vida emocional. Y aunque a veces son entendidos como sinónimos, la realidad es que son cosas distintas. Por eso es tan importante conocer con certeza la diferencia entre dolor y sufrimiento.
Por un lado, el dolor es algo natural, legítimo y necesario que nos permite aprender a través de las experiencias vitales que lo provocan. El solo hecho de vivir implica que en cualquier momento puede llegar el dolor.
Incluso situaciones que a priori son buenas para nosotros pueden causarnos luego dolor, como enamorarnos, tener hijos, tener amistades, etc.
De modo que el dolor estará presente en la vida de todos nosotros en algún momento. Es inherente a la vida. Y es un aprendizaje personal, que nadie más puede realizar por nosotros.
Sin embargo, el sufrimiento es otra cosa. Y se da comúnmente cuando nos negamos a aceptar el dolor o lo rechazamos sistemáticamente.
Podríamos decir que el sufrimiento va un paso más allá del dolor, es una respuesta cognitivo-emocional, y suele contener una carga de pensamientos tóxicos e improductivos.
El sufrimiento muchas veces nos encierra en un bucle del que es difícil salir y que generalmente sin desearlo conscientemente, vamos alimentando cada vez más, e incluso cada vez se hace más difícil de soportar.
Nos coloca una mochila pesada, en ocasiones, durante demasiado tiempo. A veces puede durar toda una vida, aunque el hecho que lo provocó ya haya pasado. Por ello es que, a diferencia del dolor, que es algo objetivo, el sufrimiento es subjetivo.
Pero al mismo tiempo el sufrimiento es una elección, es opcional. Y hay cosas que podemos hacer para dejar de sufrir. Y el primer paso es justamente esto que estás haciendo: conocer la diferencia entre dolor y sufrimiento.
¿Cómo podemos dejar de sufrir?
Si bien vemos al sufrimiento como algo negativo, lo cierto es que es un pilar que nos puede ayudar a aliviar, aceptar y curar el dolor.
El problema radica en que en ocasiones se hace crónico, durando demasiado tiempo y causándonos un dolor persistente aún mayor.
Debemos aprender a aceptar tanto el dolor como el sufrimiento, por medio de un proceso psicológico, emocional y espiritual. Pero, como dije antes, el dolor es inevitable, y no depende solo de nuestra actitud ante el mismo.
No obstante, en el caso del sufrimiento podemos trabajar nuestra reacción ante la situación, emoción o pensamiento que nos provoca dicho sufrimiento, y aliviarlo y eliminarlo, y al mismo tiempo, generalmente, aprender una valiosa lección que nos ayudará a evitar más dolor y sufrimiento en el futuro.
Entonces, mientras reconocer la diferencia entre dolor y sufrimiento es el primer paso a dar; aceptar ambos, es el segundo paso que debemos dar.
Al aceptar el dolor, le damos espacio para que se exprese sanamente, y nos responsabilizamos de él, lo validamos, y a cambio -tiene el potencial- de regalarnos una poderosa lección que nos servirá durante el resto de nuestra vida.
Por ello para evitar el sufrimiento debemos abrirnos al dolor, aunque esto en un primer momento parezca producir aún más dolor. Porque si no lo aceptamos y nos abrimos a él, le damos la chance para que se perpetúe y nos quedemos enganchados, y es justamente allí cuando el dolor se transforma en sufrimiento.
En este sentido la resiliencia puede ser nuestra aliada. La resiliencia nos ayudará a sobreponernos de situaciones adversas, y encontrar en cada problema la semilla de una oportunidad.
Por más dolorosa que sea la situación que nos toque vivir siempre podremos extraer un aprendizaje.
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3 pasos para aprender a gestionar el sufrimiento
Una forma de gestionar o evitar el sufrimiento es reestructurando cognitivamente la interpretación o el significado que tenemos sobre lo que lo provoca.
Experimentos realizados en la Universidad de Massachusetts demostraron que cuando las personas cambiaban la interpretación y el significado que le daban a una serie de imágenes negativas, encontrando explicaciones alternativas, también cambiaban las emociones negativas que éstas les provocaban.
Para conseguir esto podemos seguir tres sencillos pasos:
Paso #1: Identificar los pensamientos que nos provocan sufrimiento
Normalmente, el sufrimiento nace de una interpretación distorsionada de la realidad y nuestra reacción frente a ella.
Sentarse en un lugar tranquilo y escribir en un papel aquello que nos provoca dolor y sufrimiento, observándolo, sin juzgar ni interpretarlo de modo alguno, es el primer paso a dar para cambiar nuestra percepción sobre la situación que nos provoca sufrimiento.
Paso #2: Evaluar nuestros pensamientos
El próximo paso es analizar si realmente esos pensamientos o esa situación que nos provoca sufrimiento lo amerita.
Luego debemos analizar, objetivamente, cuáles pueden ser las consecuencias que tendrán esos pensamientos o esas situaciones.
Hacernos algunas preguntas puede ayudarnos: ¿Es una interpretación parcial o exagerada? ¿Te ayuda a sentirte mejor o peor? ¿Te es útil?
E incluso preguntarte si en el peor de los casos ¿será realmente tan grave? ¿Qué efectos puede tener en mi vida?
Hacerte estas preguntas implica un profundo ejercicio de introspección que puede ayudarte mucho a poner en orden tus ideas y pensamientos sobre aquello que te provoca dolor y sufrimiento. Y, como dije antes, el dolor probablemente no lo podrás evitar, pero si podrás evitar o gestionar el sufrimiento.
Paso #3: Buscar pensamientos alternativos que no nos generen sufrimiento
Finalmente, puedes buscar pensamientos alternativos. En vez de centrarte en esos pensamientos negativos que te provocan sufrimiento, evalúa otras opciones que sean creativas y positivas.
Y no se trata de engañarte, sino de ver el problema o situación desde una óptica proactiva y con una actitud de progreso, que te permita aceptar el dolor y seguir adelante con un nuevo aprendizaje en tu haber.
Aquí también puedes hacerte algunas preguntas como: ¿Cómo puedes interpretar lo que te sucede de una forma positiva? ¿Qué beneficio o lección puedes sacar de esta situación? ¿Qué le dirías tú, o qué consejo le darías, a alguien que aprecias si estuviera en tu situación?
Es posible escoger: Reconocer, aceptar y transformar
Afortunadamente, en nuestras manos está el elegir entre dejarnos dominar por el sufrimiento o aceptar el dolor y transmutarlo en algo positivo. Y no me malinterpretes, no digo que sea algo sencillo de lograr, pero haciendo un trabajo de introspección (como el propuesto anteriormente) y poniendo tu mejor esfuerzo podrás poco a poco aprender a controlar el dolor y tu interpretación de él y, por ende, el sufrimiento.
Aceptar el sufrimiento, reconocerlo, observarlo y, finalmente, cambiar la interpretación o el significado que le atribuimos nos ayudará a gestionarlo de la mejor manera.
Ahora que conoces la diferencia entre dolor y sufrimiento, te invito a que le des al dolor una nueva finalidad, la de brindarte un aprendizaje y un crecimiento personal interior, que de ningún otro modo podrías obtener. Asúmelo como lo que es, aunque cueste verlo a simple vista: un regalo.
Solo tú puedes elegir tu actitud ante las dificultades de la vida.
El sentir dolor no nos hace más débiles, menos capaces, menos valiosos ni nos da ninguna otra connotación negativa. Es algo natural, inherente a la vida. Cada adversidad contiene una lección, un aprendizaje. La diferencia radica en nuestra actitud frente a la adversidad.
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Espero de corazón que te sea de ayuda este artículo. Me encantaría que me contaras si ya conocías la diferencia entre dolor y sufrimiento, y si crees que es posible transformar el sufrimiento en algo positivo en tu vida. ¡Te leo en los comentarios!
Lic. Alberto F. Calo
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