Todos los años, el 2 de noviembre, los pueblos indígenas andinos celebran el Día de las Almas. Esta celebración perdura de la época precolombina. Aunque se fue entremezclando más tarde con el catolicismo, con el arribo de los conquistadores españoles.
Es una jornada en la que los familiares y amigos de las personas fallecidas preparan sus hogares, así como los cementerios, para darle acogida a la visita de sus seres queridos que ya no se hallan en este mundo terrenal.
Se celebra con mesas (“túmulos”) llenas de ofrendas, de flores y coronas de papel, y de comida y bebidas que eran del agrado del o de los difuntos, así como otros objetos y elementos. Y se visitan los cementerios para velar y compartir con estas almas.
Se cree que las almas de estos seres queridos visitarán las casas y los sitios que frecuentaron en vida. Se recuerda a aquellos que ya no habitan en este plano, aquellos que se hallan ahora en otra instancia del ciclo de la vida.
¿Por qué se celebra el Día de las Almas?
Los pueblos andinos creen que la llegada de la muerte no significa el fin de la relación entre el cuerpo y el alma, sino que esta relación simplemente se modifica. La fuerza vital, esa que nos da vida, la esencia, no muere, sino que pasa a un nuevo modo de existencia.
Para ellos los ritos funerarios son fundamentales para que las almas de sus difuntos no deambulen sin rumbo o que puedan cometer alguna travesura o maldad.
Estas comunidades creen que, en esta fecha, más específicamente en la madrugada del 1 al 2 de noviembre, el alma de los muertos retorna a las moradas donde permanecieron en su estancia terrenal para ser parte de un banquete que sus familiares preparan con dedicación y amor.
Sin embargo, esto no es algo solo propio de los pueblos andinos. Son muchas las culturas de todo el mundo y de todas las épocas que concuerdan en celebrar el regreso o visita de los difuntos.
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¿Cómo se celebra el Día de las Almas?
Para celebrar el Día de las Almas, el 1 de noviembre en todos los hogares se elaboran ofrendas para honrar a los seres queridos fallecidos. Y, como dije, estas ofrendas consisten en panes y distintas comidas y bebidas que los difuntos solían disfrutar.
Se hornean figuras amasadas. Desde figurillas de angelitos, corazones, escaleras (para que el alma del difunto pueda bajar a comer y luego suba nuevamente al cielo), palomas, cruces, etc. También se suelen elaborar formas u objetos que puedan representar cosas que el difunto amó en su vida, como una guitarra, un perro, etc. Y se colocan dulces.
Estas ofrendas se ponen en una mesa con un mantel negro (si el difunto era adulto) o con un mantel blanco (si era un niño, un “angelito”).
Tradicionalmente, estos “túmulos” son preparados por las mujeres y se llevan a cabo en el interior de las casas de familia.
En estos “túmulos” se disponen agua bendita, un crucifijo, una vela encendida, coronas y adornos de flores naturales y de papel (que luego se llevarán a los cementerios); y las comidas y las bebidas que la persona fallecida disfrutaba comer y beber en vida. Con el fin de invitar a cenar a su alma.
También se colocan los panes cocidos en hornos de barro con figuras humanas (denominadas “turcos”) y formas de animales, escaleras, cruces, etc.
Cada figura es una ofrenda y debe tener su par, ya que en la cultura andina todo es dual.
La mesa se prepara el 1 de noviembre al medio día y se levanta el 2 de noviembre a la misma hora.
Las almas realizan su visita…
Durante la noche del 1 de noviembre hasta el amanecer del 2 de noviembre se cree que las almas hacen su visita nocturna, van de casa en casa. Además, las casas son visitadas por vecinos y personas cercanas.
Al día siguiente las ofrendas y el banquete se reparten y se comparten entre la comunidad. Y la celebración puede continuar hasta el anochecer.
El Día de las Almas los cementerios están abiertos todo el día. En sus puertas se pueden encontrar ferias de flores, golosinas, bebidas, comidas, dulces, etc.
En algunos lugares donde se celebra el Día de las Almas, las comidas que se recogen del altar no se comen, sino que son enterradas para que el alma del ser querido se las lleve de regreso al cielo.
Unas palabras finales…
Esta celebración se conserva con algunas pequeñas variantes en distintos pueblos indígenas andinos. En esta ceremonia el mundo terrenal se aúna con el espiritual.
Toda esta celebración se realiza con un manto de alegría y festividad, pero también de mucho respeto y cierta intimidad. Y está lejos de las calabazas y monstruos que podemos encontrar presentes en otras culturas.
Las culturas andinas celebran el Día de las Almas el 2 de noviembre, y honran a sus muertos, de una forma distinta y original. Es una tradición en la que se ve a la muerte y se encara el duelo de una manera especial, más acorde a sus propias raíces y costumbres.
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